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viernes, 15 de abril de 2011

¡QUE LE CORTEN LA CABEZA!:

Como ya sabemos (al menos aquellos pocos que vemos algo más que los documentales de la 2), María José Campanario está siendo juzgada esta semana por un supuesto delito de estafa a la Seguridad Social, ya que habría "comprado" la pensión de inhabilidad de su madre, Remedios Torres, también imputada. El lunes comenzaba el juicio y, a la llegada de Campanario al juzgado, una gran masa de energúmenos soltaba espuma por la boca mientras la susodicha se bajaba del coche. "Ladrona", "ratera", "choriza"...fueron algunos de los muchos insultos que ese día se profirieron contra la acusada.


¡Qué emocionante! La voz del pueblo alzándose contra la injusticia. Decenas de personas cuyas pensiones de incapacidad han sido denegadas por "no cumplir los requisitos" ahora protagonizan una auténtica revolución contra la clase adinerada que consigue todo previo pago. Además, en cavernas en platós como el de Sálvame varios colaboradores, contagiados por la rabia popular, amenazaban con irse de España si María José resulta inocente o directamente acusaban a "la Campa" de meter la mano en "la caja". Pero, ¿y si finalmente esta señora es declarada inocente? La existencia de grabaciones que dejan en evidencia el juego sucio de Marijose y su prole es más que notable, pero será el juez el que tenga la última palabra. Teniendo eso en cuenta, ¿qué ha sido de la presunción de inocencia en este país? Me resulta preocupante que la sociedad juzgue a una persona antes que la propia Justicia. Pues si se tiene un mínimo de consideración, será fácil darse cuenta de que en el caso de que la persona acusada sea inocente, se le está haciendo un daño incurable. Esto lo hemos visto en casos como el de Dolores Vázquez, acusada de asesinar a la joven Rocío Wanninkhof. Pese a que todo parecía indicar que ella era la culpable, finalmente fue declarada inocente, aunque mucha gente sigue pensando lo contrario. Sin embargo, si confiamos en la justicia y aceptamos que es inocente, ¿quién pagará ahora el calvario que vivió esa mujer mientras el gentío le gritaba "asesina", "hija de puta" o "muérete"?

Y esto no se queda aquí, pues la imagen de estos ataques a los sospechosos de delitos variados parece contrarrestarse cuando las masas alaban y vitorean a gritos de "President, president" a Francisco Camps, presidente de la Generalitat Valenciana y candidato del PP que, para quien no lo sepa, está imputado en la famosa trama de corrupción "Gürtel". Obviamente, no preferiría de que le llamasen "chorizo", ya que este post perdería el sentido, pero resulta más que llamativo el contraste entre los ataques a una ciudadana famosa acusada de falsificar una pensión y las casi reverencias a una persona que, siendo el máximo responsable de una comunidad ha robado, supuestamente, dinero de todos los ciudadanos; y si lo ha hecho, probablemente superará con creces a la cantidad sustraída por María José Campanario.


Pero hay algo aún más preocupante: el ensañamiento que se está sembrando en nuestra sociedad, reflejado en comentarios como "que se pudra en la cárcel", "que le hagan lo mismo", "que se lo carguen"...todo ello, como no, antes del dictamen del juez. ¿Qué será lo siguiente? ¿Volveremos a ver escenas de guillotinas, sillas eléctricas y horcas? Es paradójico que la gran mayoría de los españoles defienda abiertamente los derechos humanos y la justicia, pero a la hora de la verdad, nuestro instinto animal nos puede, y ahí estamos, dedicando nuestro tiempo a hacer de jueces sin carrera universitaria, esperando en la plaza a que el César levante o baje el dedo.



La justicia es algo por lo que debemos luchar a toda costa, pues es la base de una democracia, pero hemos de comedir nuestras reivindicaciones, centrando nuestro objetivo en aquellas causas injustas que no tienen intención de ser cambiadas, y no en aquellas que ni siquiera han sido juzgadas. Y una de esas causas podría ser luchar por los muchos fallos que tiene la Justicia (que los tiene), o contra el hecho de que una persona pública e influyente como Belén Esteban pueda regocijarse libremente en la televisión de la situación de María José y alentar al público a que la lapide (metafóricamente, o no...quién sabe). Es una actitud absolutamente censurable y repugnante, pues por especímenes como ella es que mucha gente estaba en la puerta del juzgado para gritarle "choriza". No importa si ha robado o no, pero si la Princesa del Pueblo dice que es mala, es porque lo es. Quizá la culpa no sea de Belén, sino de nuestra mentalidad cada vez más fácilmente manipulable.

En definitiva, no debemos perder el Norte. Estamos en un país que reconoce la libertad de expresión, por lo que podemos opinar sobre cualquier caso, siempre desde el respeto (¡qué bonito me quedó! Ya sólo nos falta cumplirlo). Los prejuicios son la base de la represión y las diferencias, y se supone que todos queremos una sociedad igualitaria. Por lo que, por mucho que nos parezca que algo es indiscutiblemente verdadero, podemos darnos de bruces contra la realidad.

Hoy el juez decidirá si acepta las grabaciones telefónicas realizadas a Campanario, lo cual podría determinar su inocencia o culpabilidad. ¿Qué debería desear María José? Si resulta culpable, sería condenada a pagar una multa y, probablemente, se libraría de la cárcel. Pero si es inocente, el juicio será eterno...

¡Eso sí! Nunca olvidemos resaltar que nuestra mentalidad no tiene nada que ver con la de la sociedad del franquismo, llena de prejuicios y salvajismo. Igual así acabamos creyéndonoslo...

2 comentarios:

  1. 100% de acuerdo, no entiendo porque se pide justicia para unos y para otros no..

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  2. Comparto completamente lo que dices sobre los prejuicios y el mal que hacen, pero creo que tambien hace mucho mal la generalizacion. No porque cuatro jubiladas que no tienen nada mejor que hacer vayan a la puerta de un juzgado a pegar voces, el resto de España va a hacer o pensar lo mismo que ellas. De igual manera que el hecho de que cuatro fachas le griten a Camps lo de "president, president", no quiere decir que los demas le eximamos de toda culpabilidad en la trama Gurtel.

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