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viernes, 14 de enero de 2011

"Negro"



Se cumple un año de la tragedia de Haití y creo que no es necesario que recuerde lo que sucedió y las terribles consecuencias que ha tenido...
Nerea Lebrero ha escrito un relato corto sobrecogedor sobre este fatídico suceso titulado "Negro" con la intención de que no nos olvidemos de lo que ocurrió.
En estos casos habría que decir "disfrutenlo", pero no creo que sea lo que hagan cuando lo lean, yo más bien les invitaría a pensar y recordar todas las grandes ayudas que se prometieron y que han desaparecido de la noche a la mañana, pero claro, es más fácil "ponerse la medallita" y después si te he visto, no me acuerdo...


"NEGRO"
Nerea Lebrero.

Hoy hace un año de aquello.

Todo se volvió negro cuando la tierra empezó a temblar. Mamá chillaba, y papá había desaparecido entre los escombros de lo que hasta entonces había sido mi hogar. El pequeño Asar lloraba desconsolado desde su cuna de madera, que habíamos construido por su nacimiento. -¡Coge a tu hermano y salgamos de aquí!- Grito mamá desde la puerta. De repente una de las vigas que sujetaban el techo cayó, el llanto cesó y otra vez todo se tornó negro.

Cuando abrí los ojos, unos brazos blancos tiraban de mí, no sentía mi cuerpo, todo tenía un olor extraño, amargo y doloroso; olía a muerte. De nuevo el negro volvía a apoderarse de mis sentidos. Alguien lloraba a mi lado, parecía que habían desgarrado su alma. Recordé a mamá, ella siempre decía que el alma es lo más valioso con lo que contamos en nuestra vida.

Llevábamos unos meses viviendo en aquella tienda, durmiendo entre mantas que escasamente combatían el frio, arropada por los grandes brazos de mi protectora. Las letrinas estaban sucias, ir al baño se había convertido en suplicio; las grandes colas, el pestilente olor... Incluso el placer de la comida había dejado de ser placer. Aquellos platos sucios y llenos de algo que nunca supe lo que era no se parecían en nada a los guisos de mamá. ¡Cómo los echaba de menos! Pues aunque la pobreza compartía casa con nosotros, mamá siempre conseguía un buen sabor.

Pocas noches soñaba, pero ese día fue especial; en mi sueño mi madre agarraba en brazos a Asar, él jugaba con sus cabellos, ella estaba feliz, tenía esa misma sonrisa, la del día que nació mi hermano, mi padre también sonreía, pero en sus ojos había algo más, quería decirme algo, sin embargo su voz no llegaba a mis oídos, intenté acercarme, pero no pude. Quise correr para traspasar esa barrera invisible que me retenía, pero mis piernas no querían. Dijeron algo y se dieron la vuelta, caminaban hacia una luz blanca y yo me quedaba sola. Me despertó un horrible olor a heces y a vómitos. A mi lado, el cuerpo de mi madre, empapado en sudor y rodeado de excrementos, jamás había visto esos ojos, ni había sentido más frio que el de aquella inerte piel. De nuevo el negro.

Cuando desperté ya no estaba en mi tienda, estaba en una cama, rodeada de tubos y de gente. Batas blancas me observaban con ojos curiosos. A las pocas semanas salí de allí. El mismo caos de siempre, pues la vida seguía a pesar de que había perdido a todo lo que amaba. Con catorce años el destino había decidido burlarse de mí.

He salido de la tienda, después de varios días necesitaba aire puro, caminando he llegado a lo que una vez fue mi casa, sentada enfrente de ella he sentido al fin felicidad, paz. No me he dado cuenta de que me perseguían, pero ahora lo sé, he querido levantarme, pero cuando lo he intentado una gran mano ha agarrado mi hombro y me ha empujado hacia el suelo, la piel se me ha erizado y he sentido asco cuando su aliento se ha acercado a mi cuello, pero no he luchado, porque esto es lo que el destino tenía para mí. Ahora el negro se ha convertido en blanco y el llanto en sonrisa. Los he visto y he podido traspasar ese muro invisible, la muerte ha puesto ante mí una nueva vida y he caminado hacia ella sin miedo, junto a todos los que aquel fatídico día fallecieron, junto a todos los que han muerto en los campos de refugiados. Pero allí abajo quedan millones de personas que luchan por sobrevivir.


Relato escrito íntegramente por Nerea Lebrero.



2 comentarios:

  1. Simplemente desgarrador, y el hecho de que sea la pura realidad lo hace aún más duro de leer.

    Magnífica capacidad de narración, se entienden muy bien las metáforas, me ha encantado. =)

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  2. Muy bien escrito el relato de nerea, muy realista.
    un beso =)

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